En un universo paralelo aún existimos.
Allí, existen combinaciones de elecciones que hace con qué nos complementemos donde nos hemos fallado. En este, apenas pateamos en el aire, sin dirección, y nos olvidamos de ofrecer nuestra versión más vulnerable una a la otra.
En un universo paralelo, somos personas que se entienden. Allí, los desentendidos se desescalan rápidamente a roces, alternadamente una siempre acaba pidiendo perdón y la otra apenas baja la guardia, porque si.
En esta versión alternativa nuestra, entre todos los millones de combinaciones posibles, también existe una donde somos reconforto. Donde la intimidad y la cercanía crecen con el tiempo, como las buenas amistades.
En esta, apenas tiramos juzgamientos a la primera, se nos va de la mano la falta de paciencia y nos olvidamos de que un día fuimos también esperanza.
En un universo paralelo, somos dos personas mas completas. Somos felices en nuestro entorno, vivir tiene sentido y, si no tiene, tampoco es un gran problema. Si hace falta, yo me hago la sentimental cartesiana, y tu la racional que llora.
En este, somos apenas dos que miran hacia sus inseguridades antes de ver al otre. A quienes el peso del mundo se hace demasiado grande, no da descanso, y no nos permite levantar la cabeza y sencillamente, vernos.
En la versión alternativa, «Hola, mi amor ❤️».
En alguna rama de un universo paralelo, existe una versión de nosotras que funciona y donde soy feliz a tu lado. Donde me rio de tu absurdidad encantadora, tu de mi hambre infinita y los domingos empiezan con un café al sol.
En un universo paralelo, somos las personas que somos, pero sin haberla cagado.