Dicen que solo encuentras la suerte después de haber tenido malas rachas, como si fueran olas de azar que se alternan fortuitamente y la única diferencia entre saber si estabas o no en un buen momento fuera la manera en que unx se siente: con más o menos suerte.
No me considero desafortunade, capaz la vida me va presentando todo con lo que puedo lidiar en cada momento. Y que por más que me canse, irrite, patee en el culo todo lo que pensé querer o ya quise y tuve un día, me despierto pensando que quedan cosas por hacer.
No siempre las tengo pensadas, casi nunca las veo con claridad y mi relación con el tiempo se jode cuando entiendo que no controlo casi nada aparte de despertarme cada día y decidir qué hacer con las siguientes 24 horas.
Pero le veo a ella, a veces, tan perdida como yo, y con tanta energía para hacerlo una y otra vez y pienso: los lucky charms — los amuletos de la suerte — también están hechos de carne y hueso.